lunes, 4 de julio de 2011

Presentación del Proyecto de Contrahistorias


¿Una nueva “secta” o “mafia” dentro del gremio de los cultores de Clío?, ¿un nuevo espacio de poder intelectual?, ¿otro lugar más para publicar y autopublicarse aburridos resultados de investigación de una nueva “red de amigos” de éste nuevo proyecto editorial?, ¿el simple incremento, en una unidad más, del variado universo de revistas ‘de historia’ que compiten por ser entre regulares y malas, entre anacrónicas y mas bien tradicionales, o entre terriblemente empiristas e incluso abiertamente hostiles a la teoría de la historia, a la historia de la historiografía y a la metodología histórica? Nada de esto.

Contrahistorias nace, por el contrario, de la aguda conciencia de varias carencias inaceptables de nuestra historiografía, y de la profunda insatisfacción frente a una evidente contradicción. En primer lugar, de la conciencia patente de que hoy, en el año de 2003, simplemente no existe dentro del panorama intelectual mexicano una buena y aceptable revista de historia, que pudiera considerarse a la altura de los mas recientes desarrollos de la historiografía mundial, y que pudiera competir y compararse con revistas como Annales. Histoire, Sciences Sociales, o Quaderni Storici, o la célebre Review del Centro Fernand Braudel, o Past and Present, o History Workshop, entre otras.

De otra parte, de la constatación del hecho, a todas luces sorprendente, de que en México simplemente no existe tampoco el debate teórico fuerte en el campo de la historia, lo que entonces, hace que los ensayos y artículos de teoría de la historia y de metodología histórica brillen por su ausencia en nuestras  publicaciones periódicas en general. Con lo cuál, y huérfana de teoría y de metodología, nuestra historiografía se caracteriza, de manera dominante y con unas pocas y brillantes excepciones, por su terrible empirismo y por sus muy limitadas y empobrecidas perspectivas específicas.

Igualmente, no hay en nuestro país una sólida tradición de estudios en el campo de la historia de la historiografía, lo que provoca que los pocos estudiosos dedicados a estos temas, nos entreguen con frecuencia solo aburridas listas descriptivas de autores y títulos de obras, pero nunca claras periodizaciones de esta historia del pensamiento de los propios historiadores, o análisis finos de los múltiples contextos productores de una obra o de una tendencia historiográfica, por no hablar de verdaderos estudios de las filiaciones complejas de una biografía intelectual, de los debates internos y externos implícitos en un ensayo-ruptura historiográfico especialmente original, o de los múltiples estratos y ‘nudos’ conceptuales y problemáticos constitutivos de un paradigma, un modelo teórico o una propuesta metodológica cualquiera.

Múltiples carencias y ausencias de nuestros estudios históricos mexicanos, que no podrían explicarse adecuadamente si lo reducimos todo a nuestra condición de país subdesarrollado, y a la falta de recursos y apoyos que de esta condición derivan. Porque, si bien este estatuto de nuestra dependencia económica y de nuestra mayor pobreza social relativa, hacen que en nuestro países toda tarea intelectual sea mas ardua y mas complicada que en los países mas desarrollados, también es cierto que otros países igualmente subdesarrollados si han logrado desplegar interesantes proyectos de renovación historiográfica, como es el caso de los recientes estudios subalternos de la India, mientras que en naciones como Brasil o Argentina, si tienen carta de ciudadanía y una amplia existencia, revistas de historia de la historiografía, así como diversos ensayos y trabajos de teoría de la historia y de metodología histórica.

Por otra parte, Contrahistorias nace también de la asunción radical de una flagrante e igualmente inaceptable contradicción: ya que si de un lado, existen en México, en América Latina, y en todo el mundo, un enorme talento y una vasta creatividad de múltiples pequeños grupos de estudiantes de historia, o de estudiantes de ciencias sociales que se acercan a la historia, y también de algunos raros profesores de historia o de ciencias sociales, de la otra parte y también en México, en América Latina y en el mundo, existen simultáneamente estructuras escolares e instituciones académicas que, anquilosadas, desactualizadas y sumidas en inercias de lustros y de décadas, lejos de promover y captar ese talento y creatividad, para impulsarlo y proyectarlo como arma de la innovación historiográfica, y del avance y desarrollo de la ciencia histórica, se dedican a reprimirlo, marginarlo, sofocarlo y negarlo de muy distintas formas.

Por eso el título que hemos elegido para nuestra revista es el de Contrahistorias, término que será el santo y seña del programa general de nuestra publicación periódica. Porque a partir del reconocimiento de esas carencias señaladas, y en el intento de ir más allá de la contradicción referida, la única alternativa posible es la de ir en contra de las formas hoy dominantes y ampliamente difundidas de concebir, investigar, escribir y difundir la historia en México. Formas que al haberse quedado ancladas en modos ya anticuados y empobrecidos de practicar el oficio de Clío, se expresan entonces en esas limitadas publicaciones periódicas que hoy pueblan mayoritariamente el espacio de la historiografía de nuestro país.

Porque por escandaloso que esto parezca, casi todo está por hacer dentro de los estudios históricos en México. Y así, lo mismo urge descubrir nuevos temas de investigación histórica, que comenzar a lanzar debates serios y trabajos innovadores sobre la teoría de la historia, al mismo tiempo que revisamos y replanteamos radicalmente viejas y estériles hipótesis hoy consagradas sobre la explicación de la historia de México, en prácticamente todas sus etapas y dimensiones. Y lo mismo habrá que comenzar a desarrollar estudios serios y profundos de historia de nuestra historiografía, que hacer balances críticos de la producción historiográfica mundial mas contemporánea, al tiempo en que construimos y descubrimos nuevas fuentes históricas, y que resituamos, de manera orgánica y sistemática y no puramente declarativa, a la historia de México dentro de los contextos latinoamericano y mundial.

Queremos entonces edificar y promover estas Contrahistorias, estas múltiples formas diferentes de concebir y de producir la historia, formas que vayan en contra de esas carencias y de esas versiones hoy dominantes del discurso y de la práctica históricos, apostando por ese talento y creatividad de los estudiantes y  de unos pocos profesores, como palanca para dejar de hacer la historia aburrida, positivista, oficial y complaciente con los poderes establecidos que hoy domina todavía en México, en la inmensa mayoría de América Latina y en gran parte del mundo.

Por eso, lo que buscamos, como reza nuestro subtítulo, es la “Otra mirada de Clío”, mirada de la historia que Walter Benjamín bautizó como una ‘historia hecha a contrapelo’, historia que es la misma que desde la época de Marx se funda como una historia materialista, científica, dialéctica y sobre todo esencialmente crítica. Esa historia que también para Marc Bloch debía de ser siempre “una pequeña revolución intelectual”, frente a las formas de la historia oficial y de los pequeños mundos académicos establecidos, y a la que Braudel definirá igualmente como una historia hecha necesariamente “a contracorriente” de la historia entonces dominante en Francia, en Europa y aún más allá.

Es decir, esa historia genuinamente crítica y a contracorriente que hoy hacen los microhistoriadores italianos, o el grupo liderado por Immanuel Wallerstein que promueve la perspectiva del World-System Analysis, o la historia subalterna de los historiadores indios, o la historia de Edward Palmer Thompson y de los mejores representantes de la historia socialista británica, pero también la historia crítica que hoy hacen los mejores historiadores de América Latina, o de Rusia, China, Portugal, España o Canáda, entre muchos otros.

Esa Contrahistoria que Michel Foucault definió como el “discurso de los que no poseen la gloria, o de los que habiéndola perdido se encuentran ahora en la oscuridad y en el silencio”. Es decir una historia que no tiene miedo ni de estudiar el presente, diagnosticándolo con una densa mirada histórica, ni tampoco de contradecir abiertamente a las historias oficiales ni a los poderes existentes, siempre mentirosos, porque siempre exagerada y unilateralmente gloriosos, lo mismo que a las historias aburridas y rutinarias con que nos asfixian la inmensa mayoría de los historiadores del pequeño mundo académico hoy dominante en México, en América Latina y en gran parte del planeta.

Por eso la Otra mirada de Clío, que debe tener su foro en esta revista Contrahistorias apuesta, en el plano intelectual y en el plano práctico, no a la búsqueda de la vana gloria de los “nombres conocidos”, ni tampoco al dominio del micropoder de un espacio intelectual cualquiera –gloria y poder demasiado pequeños y demasiado fáciles de obtener, como para que valga la pena siquiera el esfuerzo de perseguirlos--, sino más bien a la desmitificación de esa gloria efímera, que solo es la otra cara del menosprecio o hasta del automenosprecio, y a la promoción de los múltiples contrapoderes subversivos del orden existente.

Por eso, contra la inercia del mundo académico dominante, de los historiadores oficiales y perezosos, estamos por el cambio en las escuelas y en las Instituciones. Y en contra de la búsqueda en si misma de esos nuevos títulos honoríficos de la “nobleza” académica, o del afán de conquista de esos falsos y banales “prestigios” intelectuales, peleamos en cambio por el compromiso social conciente de los historiadores y de los científicos sociales en general.

Así, frente a la gloria, la desmitificación, y frente al poder, la construcción de contrapoderes. Frente a la inercia aburrida y mortal en todas sus formas, el cambio permanente y la apuesta por la transformación, y frente a todas las formas de la opresión intelectual y real, el legítimo recurso de la constante insubordinación, espiritual y también práctica.

Porque vivimos tiempos agitados de una crisis social y civilizatoria de gran envergadura, que entre tantas otras cosas también cuestiona las certidumbres de la Casa de Clío, por eso decidimos compartir con los historiadores y científicos sociales honestos y críticos de México, de América Latina y del mundo, este foro que deseamos genuinamente renovador, y que hoy bautizamos con el título de Contrahistorias. La otra mirada de Clío.


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                                                                              Colectivo CONTRAHISTORIAS.